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sábado, 26 de febrero de 2011

EL SÍ DE MARÍA

María, mujer joven, pasó por el susto, la sorpresa y la alegría del llamado.

Pero ¿y quién era ella? María era feliz en medio del dolor, del trabajo, de la sencillez de su vida. Amaba a Dios; todo era razón y motivo para amar: una escoba, un puchero, un cántaro. Vivía de amor; era su respiración, su vida, su sentido. Sin el amor a Dios su vida no era nada... Era una joven enamorada de la vida.

Un sí a Dios: “Hágase en mí según tu palabra”, fue su respuesta ante el llamado. Pero no una vez o por un rato, sino en todas las oportunidades y siempre. Alma que de su consagración hizo su vida, su por qué, su alegría.

Dijo sí con unas palabras hermosas que eran su fórmula de consagración:"He aquí la esclava del Señor..." En esas palabras había entrega total, confianza plena, amor muy hondo… incluso en las dificultades, incluso ahí donde todo parece sin sentido.

Demostró que una vida entregada a Dios por amor es una vida hermosísima, muy valiosa, muy rica, digna... María es un sí a Dios, un sí a Jesús y un sí a la humanidad.

¿Cómo es nuestra respuesta ante el llamado?

*Las ideas fueron tomadas de Catholic.net/ Recursos

viernes, 25 de febrero de 2011

SEÑOR ¿para qué me llamas?

«Vino el Señor, se acercó y le llamó como las otras veces: ¡Samuel, Samuel! Habla, que tu sierro escucha —respondió Samuel...—» (1 Sam 3,10). Tres veces se repite el nombre de aquel a quien Yavé quiere confiarle una misión particular. Samuel se siente llamado por el mismo Dios. No sólo es el ambiente, no son sólo las situaciones. Es la Palabra de Dios la que lo llama. Pero, ¿para qué es llamado?

«para qué es llamado», viendo y considerando un poco toda su vida. Se siente llamado a algo que él comprende y siente profundamente. Sobre todo, y principalmente, a congregar al pueblo y hacer de él una unidad.

Samuel es un instrumento de unidad para su pueblo. Esto nos parece fundamental para comprender cualquier vocación. Pues el llamado es siempre un instrumento unificante, de estímulo, de activación del deseo de unidad y de fraternidad del pueblo de Dios.

Samuel es llamado a reunir a su pueblo a través de la acción directa (administración de la justicia), o también a través de la acción de súplica y oración. Además de una llamada a estas cosas claras y evidentes, es también llamado a otras no tan claras y que él quizá nunca se había imaginado.

Busca el para qué de tu llamado.

Tomado de Carlo Martini - Madrid.

miércoles, 16 de febrero de 2011

¿Quién soy yo? ¿Quién eres tú?

Una de las experiencias más solemnes y trascendentes de la vida del cristian@ es el llamado específico de Dios a hacer algo. 

La historia de Israel y de la Iglesia nos presenta numerosos relatos de personas a quienes Dios llamó para cumplir una tarea especial. El llamado y las respuestas-dadas fueron tan diversos como los individuos que fueron llamados.

Algunos fueron llamados a ser líderes, otros fueron llamados a un servicio simple. Algunos huyeron, otros discutieron, y aún otros respondieron en obediencia inmediata. El elemento compartido por todos ellos fue la toma de una decisión. 


A. "¿Quién soy yo?" Mientras que el llamado de Dios a una tarea especial se basa en la soberanía y la gracia de Dios, la voluntad e iniciativa humana también están presentes y activas. 
El  pasaje bíblico (
Éxodo 3,11-13) 
nos enseña que al principio Moisés resistió el llamado de Dios en su vida. Su caso no es el único en las Escrituras. Otros dos ejemplos son Gedeón (Jueces 6,11-40) y Jeremías (Jeremías 1,1-12). Pero estos ejemplos muestran que, a pesar de la reserva humana. Dios puede transformar vidas. 
 B. "¿Quién eres tú?" Como segunda reacción de Moisés, refleja una segunda pregunta fundamental para todo cristian@: "¿Quién es Dios?" Más específicamente la pregunta debe ser: "¿Realmente sé quién es el que me llamó o me llama?" Para Moisés y l@s cristian@s que buscan ser sincer@s consigo mism@s, esta pregunta contiene elementos de una fe sincera así como de duda humana.
Esta no es una pregunta de reflexión filosófica; es una pregunta respecto a una relación muy especial. 
La experiencia del llamado de Dios puede traemos a una etapa crucial de reconocer quiénes somos nosotros y quién es Dios. BUSCA.

*Tomado de El Maestro. Edi. Vida (Cfr)

lunes, 7 de febrero de 2011

¿Hacia dónde voy?


Está es una buena pregunta para hacernos en éste momento. Pues cuando nos hacemos esta pregunta, probablemente ya anden por la cabeza rondando propósitos  y metas  para mejorar la vida, tal vez algunas sean “recicladas” del año pasado, y otras surgen ante nuevas situaciones de la vida.

Hoy, quiero compartir algunas pautas que pueden ayudarte en la búsqueda del camino  para alcanzar tus metas y con ello conseguir una mejor  calidad de vida, en paz y armonía  primero, con usted  mismo y luego  con quienes le rodean.

1-    Trabaje en conocerse: Quizá, el principal problema de muchas personas es que no tienen ni  idea de qué quieren en la vida. Se mueven al ritmo de los demás. Trabaja en conocerte.Visualízate  disfrutando de los beneficios  de ser lo que quieres  ser. Un ejercicio que te puede ayudar es el escribir tus sueños. No tienes que hacer una obra colosal, tan sólo date el permiso de  pensar que deseas en tu vida.
2.-  Trabaje en mejorar la comunicación con quienes le rodean. Este  puede ser un propósito que requiere  de mucha valentía, pero que a la larga le traerá enormes sentimientos de felicidad.
3-    Establezca prioridades. Deshágase  de ese mal hábito de decirle que sí a todos y a todo.
4.-   Haga un plan para cumplir sus metas. Las metas no se van a cumplir solo con pensarlas. Hace falta actuar. Evalúe las posibilidades que tiene de que esas metas se cumplan. Ponga plazos para ir alcanzándolas poco a poco. No trate de conseguir todo a la fuerza o  de manera fácil porque probablemente si las cosas no salen tal cual el plan,  las terminará abandonando.
5.- Toma el tiempo para dejarte acompañar. A veces la voz del Otro puede ayudarte a mirar mejor el camino que Dios ha soñado para ti. Tu felicidad es su elección siempre.
"El Señor te bendiga y te guarde; el Señor te mire con agrado y te extienda su amor; el Señor te muestre su favor te conceda la paz." (Núm 6, 24-26)
Por: Tatiana Carrillo Gamboa. (Psicóloga- Psico-pedagoga)

viernes, 4 de febrero de 2011

¿Señor, qué quieres de mí?


Excelente pregunta. Es una oración completa. Una buena pregunta para tener permanentemente en el corazón, para pegar a la vida, para llevar a donde quiera que vayas. Buena pregunta por dos cuestiones: porque empuja a la vida hacia lo mejor, y porque es un diálogo continuo con Dios.

Y además, vale para cualquier cosa que suceda, para cualquier acontecimiento en el que se mueven las personas, para cualquier situación o diálogo, para cualquier instante en el que la libertad de la persona se quiere hacer responsablemente personal y religiosa.

Señor, ¿qué quieres? Y “qué quieres” no es qué te apetece, sino qué te parece más amable. Señor, ¿qué amas tú? Porque lo que no quiero, aquello que no amo, aquello que no deseo, es que tú dejes de amarme. No quiero alejarme de tu amor.

Es más, Señor, te pregunto qué quieres porque lo que deseo sinceramente es ser testigo de tu amor en el mundo, que amando las personas pregunten y eso por qué lo haces, y eso quién te lo ha dicho.

Es más, Señor, estoy convencido de que tu amor da una fuerza especial a mi vida. Es más, Señor, tu amor empuja, impulsa, enciende, dilata, desarrolla.

Hace unos años ya que comprendí que el lugar donde no había amor tampoco era un buen lugar para que viva cualquier persona. Porque una persona sin amor no puede vivir.

Los niños pequeños lo saben, los mayores muchas veces sufren por eso. Los adultos, y más los matrimonios, son testigos de que algo que merece la pena es algo perpetuado a base de amor, de entrega y generosidad, de vida común. Y sinceramente vivimos gracias a ese amor.

Quizá lo menos comprendido sea que una persona que el amor no tiene por qué salir del corazón de los demás hacia mí, que no tengo por qué ser un “receptor” meramente, pasivo y deseante.

Quizá lo más maravilloso es que tengo la oportunidad, del modo como he sido creado y como he nacido, de colocar en medio del mundo un amor más grande que cualquier otro soñado, un gesto de amor lo suficientemente significativo como para cambiar el mundo, un detalle amoroso que rasgue el mundo de tal manera que el niño herido sea capaz de sonreir y el que sonríe siempre sin motivo tenga una nueva esperanza por lo que seguir siendo así.

La pregunta es fácil: ¿Esto es difícil? Pues… tú mismo. ¡Atrévete! Pero si empiezas, hazlo de corazón y con la verdad por delante. Algo sencillo es dejarse llevar por el Espíritu, hacer nacer en nosotros un diálogo intenso y sincero con Dios. Él fue el primero que, antes de recibir amor, amó hasta el extremo. Señor, ¿qué quieres de mí?

Por: José Fernando (Sacerdote Escapulario)

jueves, 3 de febrero de 2011

Benedicto XVI en el Día de la Vida Consagrada

Fragmentos de la Homilía.


Queridos hermanos y hermanas!
...Vivimos hoy, sobre todo en las sociedades más desarrolladas, una condición a menudo señalada por un pluralismo radical, por una progresiva marginación de la religión de la esfera pública, por un relativismo que afecta a los valores fundamentales.



Esto exige que nuestro testimonio cristiano sea luminoso y coherente y que nuestro esfuerzo educativo sea cada vez más atento y generoso.



Vuesra acción apostólica en particular, queridos hermanos y hermanas, se convierta en una tarea de vida, que acceda, con perseverante pasión, a la Sabiduría como verdad y como belleza, “esplendor de la verdad”.



Sabed orientar con la Sabiduría de vuestra vida y con la confianza en las posibilidades inagotables de la educación verdadera, la inteligencia y el corazón de los hombres y de las mujeres de nuestro tiempo hacia la “vida buena del Evangelio”.


En este momento mi pensamiento va con especial afecto a todos los consagrados y las consagradas, en todas las partes del mundo, y los encomiendo a la Virgen María.



**El equipo de Pastoral Vocacional de la Confer Chimbote, saluda a todas las Congregaciones Religiosas. Aquí un cantito.