María, mujer joven, pasó por el susto, la sorpresa y la alegría del llamado.
Pero ¿y quién era ella? María era feliz en medio del dolor, del trabajo, de la sencillez de su vida. Amaba a Dios; todo era razón y motivo para amar: una escoba, un puchero, un cántaro. Vivía de amor; era su respiración, su vida, su sentido. Sin el amor a Dios su vida no era nada... Era una joven enamorada de la vida.
Un sí a Dios: “Hágase en mí según tu palabra”, fue su respuesta ante el llamado. Pero no una vez o por un rato, sino en todas las oportunidades y siempre. Alma que de su consagración hizo su vida, su por qué, su alegría.
Dijo sí con unas palabras hermosas que eran su fórmula de consagración:"He aquí la esclava del Señor..." En esas palabras había entrega total, confianza plena, amor muy hondo… incluso en las dificultades, incluso ahí donde todo parece sin sentido.
Demostró que una vida entregada a Dios por amor es una vida hermosísima, muy valiosa, muy rica, digna... María es un sí a Dios, un sí a Jesús y un sí a la humanidad.
¿Cómo es nuestra respuesta ante el llamado?
*Las ideas fueron tomadas de Catholic.net/ Recursos
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